¡Me encanta el otoño! Sus colores, sus paisajes... pero, sobre todo, lo que trae consigo y lo que nos invita a transitar.
El otro día, mientras estaba en la recepción de nuestro centro, me quedé mirando el jardín que tenemos justo enfrente. Realmente somos afortunados de trabajar en un lugar rodeado de naturaleza. Los árboles se habían teñido de ese maravilloso color ocre, y el suelo estaba cubierto por un manto de hojas que crujían al caminar.
En ese momento, me puse a reflexionar sobre cómo el otoño, con sus ciclos, tiene tanto en común con nuestras emociones y con nuestro propio ciclo de vida.
De esa reflexión, nació el deseo de compartir con vosotros un pequeño ejercicio, casi un ritual, que podéis hacer en casa.
¿Sabías que en muchas culturas antiguas el otoño se consideraba el tiempo de la cosecha, no solo de los frutos de la tierra, sino también de nuestras experiencias personales? La naturaleza suelta lo que ya no necesita, como las hojas de los árboles, preparando el terreno para lo nuevo.
Nosotros también podemos hacerlo, y hoy te invito a probar este ejercicio conmigo. Aunque te muestro mi versión, lo ideal es que cada uno encuentre su propio camino en este proceso.
Este sencillo ritual te ayudará a detenerte, reflexionar y agradecer lo que has cosechado en los últimos meses, mientras sueltas lo que ya no te sirve. Así, te preparas para el invierno, una etapa de introspección y renovación.
1.-Encuentra un rincón tranquilo. Puede ser en casa o al aire libre. Personalmente, me encanta hacerlo con una tacita de bebida caliente, una mantita y cerca de una ventana, disfrutando de la calidez en un día frío y lluvioso. Si el clima lo permite, también me gusta hacerlo fuera, sentir la brisa fresca del otoño y conectar aún más con la naturaleza.
2.-Reflexiona sobre tu cosecha personal. Toma papel y lápiz, y haz una pausa para pensar en todo lo que has "cosechado" en los últimos meses. ¿Qué logros has alcanzado? ¿Qué personas han sido importantes para ti? ¿Qué lecciones has aprendido? Anota todo por lo que sientas gratitud.
3.-Suelta lo que ya no necesitas. Mientras reflexionas, también piensa en lo que te ha pesado, en aquello que ya no deseas llevar contigo. Deja ir las cargas que te frenan.
4.-Acto simbólico. Recoge unas cuantas hojas secas y, mientras las sostienes, visualiza esos pensamientos o emociones que quieres soltar. Agradece por lo que te enseñaron y deja que se vayan.
5.-Deja que el viento haga su trabajo. Toma esas hojas y, como la naturaleza, suéltalas al viento o entiérralas en la tierra como símbolo de liberación. Este pequeño gesto es un recordatorio del compromiso contigo mismo y te ayudará a abrir espacio para nuevas experiencias.
Cada otoño, la naturaleza nos enseña la importancia de soltar para hacer espacio. Practicar este ritual no solo nos permite estar en armonía con los ciclos naturales, sino que también nos prepara emocionalmente para los meses de invierno, una etapa ideal para la introspección y el descanso.
La gratitud y la liberación son como el aire fresco del otoño: nos despejan, nos alivian y nos preparan para lo que viene.
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